El partido de vuelta de las semifinales de Copa entre el Barcelona y el Sevilla fue intenso. Y no solo por la tensión que provocó la incertidumbre del resultado sino por lo acontecido posteriormente, tanto en las ruedas de prensa como en el túnel del vestuario.
Las polémicas del partido de ida se sumaron a las del miércoles, con una mano de Ocampos en el área del Sevilla y otra de Lenglet en la del Barcelona.
Ninguna fue señalada por el árbitro, que tampoco quiso amonestar (hubiera acabado expulsado) a Mingueza en el penalti cometido en la segunda parte.
Todo ello provocó las quejas de Lopetegui y de Rakitic. «Estamos enfadados, tristes… hemos luchado hasta el final y tuvimos la posibilidad de meternos en la final hasta el último ataque.
Ha habido pequeñas decisiones que han marcado el partido y han ido en nuestra contra», lamentó el croata, en referencia a las manos de Lenglet. « ¡Claro que han marcado el partido! Hemos jugado con uno menos, la mano del penalti que da igual que sea con intención o no porque está en el área.
El criterio sigue sin estar claro y es una pena que se castigue al equipo de esta manera», añadió. «Estamos decepcionados y tristes.
Hemos visto la cara amarga al vernos privados de una final en el último minuto del partido. Toca tragar veneno pero hay poco que reprochar a los jugadores.
Con diez en la prórroga han hecho un esfuerzo tremendo. Sobre el árbitro podéis juzgar vosotros, que habéis visto las imágenes.
Si los entrenadores lo hacemos podemos ser sancionados.
Una ocasión manifiesta de gol merece una amarilla, también he visto manos de Lenglet pero el árbitro no las ha visto y toca tragar veneno», apuntó Lopetegui.