.- Faride Raful ha tenido que tomar en público el que quizás ha sido el trago más amargo de su carrera política, luego de ser despojada de una candidatura que ganó sobre la base de su lealtad partidaria, sin importar las laceraciones propias de sus pronunciamientos y posiciones rechazados por los grupos provida que se oponen al aborto.
Este lunes 29 de abril, bajo la lluvia, tuvo que cargar también en público la pesada carga de la cruz que arrastra su partido con la candidatura senatorial del doctor Guillermo Moreno.
El presidente Luis Abinader dirigió el escenario de la caravana en la que se subió a Faride en la procesión junto con el usurpador de su candidatura.
Guillermo Moreno ha devenido en una piedra en el camino, que han tenido que empujar contra su voluntad, los principales dirigentes del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que no olvidan los oprobios lanzados por el presidente del minúsculo Alianza País, quien ha lanzado por la borda todo su discurso de castidad política, erigiéndose por años en una especie de paladín de la ética, condenando las prácticas de quienes hoy se ven obligados a cargarlo sobre sus hombros.
El presidente Abinader ha desplegado el mayor esfuerzo de un mandatario para imponer a un candidato impopular, suministrándole el combustible para avanzar a través de los funcionarios de las principales dependencia recaudadoras del Estado, encabezados por el director de Aduanas, Eduardo Sanz Lovatón.
El lunes 29 de abril seguro que será recordado por Faride Raful como su peor momento. Exhibir una sonrisa que no se correspondía con sus gestos corporales y levantar los brazos para tratar de convencer a la militancia perremeísta de su respaldo y aceptación a una candidatura que no digieren las bases del Distrito Nacional ni muchos sectores que se identifican en esa demarcación con el partido de gobierno.
Todavía se ignoran las razones por las cuales el PRM decidió sacrificar a una de sus mejores fichas, para inclinarse por una de las figuras extra-partido con mayor tasa de rechazo con el historial de no poder convivir con anteriores aliados con los que tiene más afinidades ideológicas.
Quien lo dude que le pregunte a Minou Tavárez Mirabal.
Pero estamos en una época en que el dinero manda y la quiebra moral ha derrumbado las fronteras de la lealtad, sorprendiendo en este proceso, gente que engañó por muchos años exhibiendo un discurso y un comportamiento ético que desvanecieron los ofrecimientos del nuevo Rey Midas que reparte bondadosamente el presupuesto del Estado.
Quizás sin proponérselo, el presidente Abinader con esa golosidad de quererlo todo, le estaría haciendo un gran favor al candidato que se pretende derrotar con un Guillermo Moreno abultado con el dinero público.
Lo mucho hasta Dios lo ve, reza un viejo adagio popular. La percepción que se percibe en el votante de la capital, es que se quiere aplastar la candidatura del joven Omar Fernández, hijo del ex presidente Leonel Fernández, olvidándose sus verdugos de hoy, que están en el Palacio Nacional por el empuje coyuntural del tres veces jefe de Estado, quien hoy es el principal objetivo de los cañones que se disparan desde la sede del gobierno.
Pero como en los tiempos de las conspiraciones de la vieja Roma, Faride Raful, la combativa senadora del Distrito Nacional, ha tenido que beber la cicuta de la disciplina partidaria, cortando las alas de sus aspiraciones, al extremo de tener que acompañar con una simulada sonrisa y las lágrimas aportadas por la lluvia, al candidato usurpador, la nueva auyama del PRM, que nació con una flor construida sobre la base del dinero público que no se ha reflejado en simpatías electorales.