Estados Unidos deja en papel mojado una de las medidas más emblemáticas de la política migratoria que desarrolló la pasada Administración Trump: obligar a los solicitantes de asilo a permanecer en México mientras se revisaba su solicitud.
En el centro de Matamoros, en el estado mexicano de Tamaulipas, hay unos 700 solicitantes.
Los primeros traslados al territorio estadounidense comenzaron el jueves y se espera que concluyan definitivamente a mediados de la semana que viene.
Para la gran mayoría de los residentes en el campamento es el fin de una larga espera.
«Viendo esto, uno siente como que es mentira. Pero ya es una realidad, gracias a Dios», afirmaba un migrante mientras miraba marcharse a sus compañeros de campamento.
«Me enviaron acá y me decepcioné mucho… pero ahora ya vemos un comienzo, una luz», añadía otra solicitante del centro de Matamoros.
Una luz que para algunos ha tardado en llegar casi dos años.
La alegría de cruzar al fin a Brownsville, en Tejas, refuerza la ilusión de vivir en primera persona el sueño americano, pero no es ninguna garantía.
Siguen pendientes las evaluaciones de sus solicitudes y existe la posibilidad de que no sean aprobadas y sean deportados a sus países de origen.