El precio del Gas Licuado de Petróleo (GLP) mantiene en alerta a gran parte de América Latina y Europa, tras registrarse desde la intensificación de los efectos de la pandemia del covid-19 inestabilidad en los precios del barril del petróleo que ha alcanzado su pico más alto sobrepasando los 61 dólares.
En Argentina las constantes alzas en los precios del GLP ya no causan asombro en la población, mientras que el gobierno de Alberto Fernández, se ha visto en la necesidad de incrementar 13 veces los precios del combustible, sabiendo que esto repercute negativamente en incrementos que inciden en los transportes públicos y privados de personas y bienes.
La distribución mundial de la vacuna para superar la crisis sanitaria del COVID-19 ha permitido debilitar la oferta en favor de la demanda de petróleo. Este escenario mejora la perspectiva de la industria petrolera en el mundo, algo que ha llevado la cotización del Brent al nivel más alto en el último año, garantizando precios estables hacia la alza en los países no productores de petróleo.
Los gobiernos de Perú, Guatemala y el Salvador han tenido que intervenir con diferentes medidas para tratar de aliviar la carga del precio que paga la población por el GLP, en el caso peruano y argentino, el ejecutivo ha otorgado bonos a la población, como única medida posible, situación que no ha funcionado del todo puesto que los factores externos que inciden las alzas de los combustibles no son de dominio de estos países.