No se había llegado al descanso del partido que los Lakers estaban disputando ante los Hawks cuando LeBron James veía cómo su tobillo derecho se torcía con violencia.
Los gritos de dolor hicieron que el jugador se arrastrara por el suelo de la cancha antes de ser ayudado por sus compañeros para retirarse al banquillo.
Allí se confirmaron sus presagios: esguince fuerte y baja indefinida.
Un duro golpe para los Lakers, que hace semanas que no pueden contar con Anthony Davis y que tienen también lesionado a Marc Gasol.
Sin ellos, deberán afrontar ahora el último tramo de la temporada regular, en el que intentarán mantenerse lo más arriba pposible para dibujar un camino más amable hacia el anillo.
LeBron James fuera por el resto del juego por una lesión en el tobillo derecho.
«Nunca le había visto gritar así», reconocía Kyle Kuzma, compañero de LeBron, sobre los espasmos de dolor sufridos por el alero.
El propio James confesó sentirse devastado. «Estoy herido por dentro y por fuera ahora mismo. Regresaré pronto, como si no me hubiera ido», señaló en un mensaje en las redes sociales.
El choque se lo llevaron los Hawks (94-99), que aprovecharon las bajas y el desconcierto de su rival para ganar un partido que no entraba en sus pronósticos.