El PSOE ha registrado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley en la que insta al Gobierno de la nación a hacer un esfuerzo para erradicar los comportamientos contrarios a la libertad sexual en el ámbito deportivo, y especialmente en el fútbol.
La iniciativa pretende que se interrumpan los eventos deportivos en caso de que se produzcan actos contrarios a las colectivos LGTBI, de racismo o violencia contra las mujeres.
Según el grupo socialista, en el mundo del fútbol habría algo más de 42.000 jugadores LGTBI federados, según datos de 2016, de los cuales «142 lo harían como profesionales».
El dato se deduce de un estudio que cifra en un 6% la población europea que forma parte de este colectivo. «De cumplirse esa hipótesis en España, alrededor de 1,3 millones de personas LGTBI practicarían deporte, y 270 de los 4.453 deportistas de alto nivel registrados en el Consejo Superior de Deportes en 2017 pertenecerían a él», aseguran.
El objetivo de esta iniciativa también sería que el Consejo Superior de Deportes (CSD) llevase a cabo campañas de «sensibilización, formación y de lucha contra la LGTBI fobia». El grupo socialista denuncia que el deporte sigue siendo uno de los reductos donde existe especial hostilidad hacia estos colectivos.
«El fútbol es todavía uno de los grandes reductos donde la homofobia continúa instalada», declaró Rubén López, Responsable de deportes de la FELGTB, a este diario hace dos años. Entonces, López criticó la falta de apoyos: «Hacen falta campañas por parte de todo el mundo. El Consejo Superior de Deportes debería implicarse más en temas de sensibilización. La Liga niega que exista el problema».
Actualmente, no se conoce a ningún futbolista en el ámbito profesional que haya dicho ser homosexual. De hecho, Héctor Bellerín, español que milita en el Arsenal, lamentó en su día que esto pasara: « Es imposible que un futbolista se declare homosexual». En España, hay más de veinte jugadores por equipo con un total de 42 clubes entre Primera y Segunda. Casi mil profesionales entre los que no existe, oficialmente, ningún gay.
«Esto implica dos cosas: o que los homosexuales no pueden llegar a ser profesionales o que no se atreven a salir del armario», decía López.