Cuando todos mis hijos y mis nietos fueron vacunados contra la poliomielitis, la difteria, la tuberculosis y otras enfermedades, nunca fue necesario que, como requisito, previamente fuera necesario firmar ningún documento legal.
Simplemente, llevamos a los chicos al centro de vacunación, acompañados de una tarjetita en la que el personal paramédico escribía el nombre de la vacuna y la fecha de su aplicación.
De inmediato, se producía el regreso a casa. Estábamos claros que algunas de esas vacunas provocarían un poco de dolor, enrojecimiento del área de aplicación y hasta una leve fiebre. Más nada.
Sin embargo, con la vacuna contra la Covid-19 que es aplicada en República Dominicana desde ayer, es obligatorio que cada persona que vaya a ser inoculado firme un documento legal antes de recibir el pinchazo y la dosis de la vacuna correspondiente.
Esto huele raro. Muy raro. Rarísimo.
El paso lunes, cuando la Vice Presidenta Raquel Peña anunció el plan nacional de vacunación contra la Covid-19, la rueda prensa en cuestión se extendió durante una hora, diez minutos y 28 segundos.